
El pasado 17 de marzo en el salón de tronos de la Archicofradía del Paso y la Esperanza se presentaba, tras los trabajos de restauración llevados a cabo en los últimos meses, el trono del Dulce Nombre de Jesús Nazareno del Paso. Una completa obra que veía la luz tras un largo periodo y que fue presentada por las personas involucradas en la misma.
Los trabajos de restauración han permitido retirar la madera apolillada que afectaba a parte del trono, y se han recuperado partes desconocidas como se mostró en la presentación. Por ejemplo, grecas que estaban tapadas hasta ahora con la moldura anterior, todo esto se ha preparado para tener una mayor solidez. Para los que conocen este trono, uno de los cambios que más va a llamarles la atención es, sin duda, la crestería que se le ha añadido. En concreto, ésta pertenece al diseño original de Guerrero-Strachan pero no fue realizado por Palma Burgos, quien sí hizo el resto del trono. Un familiar del artista asistió al citado acto y comentó junto a Ruiz Liébana anécdotas de la realización de este trono, que ahora se presenta restaurado y dorado en su totalidad.
Los trabajos han sido guiados por el reconocido artista malagueño Rafael Ruiz Liébana, que ha inspirado y apoyado a su joven discípulo Alberto Berdugo, el ejecutor de la obra. La intervención de conservación y restauración de los ángeles que rematan las esquinas del trono del Nazareno del Paso ha sido realizada por la doctora Beatriz Prado Campos.
Para que este retablo andante pueda procesionar y el Nazareno bendecir cada Jueves Santo cuatro siglos después a los malagueños, necesita tener una base que lo sustente y una mesa en la que puedan trabajar los hombres de trono que lo portan. Por ello en este apartado han intervenido dos personas, el profesor José Espejo Martín, que ha realizado el proyecto que ya también hizo en su día con el trono de María Santísima de la Esperanza; y Agustín Fernández, el encargado de dar forma a esa mesa con el metal.
Si nos centramos en la intervención realizada por Prado, ésta se ha basado en los criterios establecidos por la documentación internacional en materia de conservación de obras de arte, particularmente las descritas en la Carta del Restauro de 1972. La mínima intervención, el respeto por la obra original y la compatibilidad de materiales de restauración con los originales han sido una premisa para lograr la conservación de los ángeles como bien cultural y su transmisión a futuras generaciones.
Partiendo del conocimiento de la obra en profundidad, se han realizado previamente diversos estudios encaminados a su conocimiento, éstos han sido: radiografías, que han permitido conocer el sistema constructivo del soporte de madera y determinar la solidez de la estructura de cada uno de ellos; fotografías con luz ultravioleta, que permiten identificar y verificar los distintos repintes e intervenciones acaecidas en la policromía de cada uno de los ángeles; el estudio y la fotografía con microscopio digital, lo que verifica una primera capa polícroma original y una segunda de color posterior a 1977, fechada en base a la documentación fotográfica del archivo documental de la propia archicofradía.
La intervención se ha centrado en el saneado de los distintos ensambles que configuran cada imagen, sellado de fisuras, fijación de estratos polícromos, eliminación de los depósitos superficiales y repintes que empañaban la lectura de la policromía y, por tanto, de la obra, estucado de las lagunas y reintegración cromática.
Por otra parte, el trabajo de talla en madera y dorado ha corrido a cargo del citado Alberto Berdugo, que lleva varios años trabajando y formándose con Rafael Ruiz Liébana, y desde hace poco más de dos años ha heredado su taller y ha asumido la responsabilidad de dirigirlo.
De esta forma, el trono del Dulce Nombre de Jesús Nazareno del Paso recuperará este Jueves Santo su estética originaria, tal y como fue concebido. El barroco y la genialidad de Benlliure tallando a un hombre judío sin ningún rasguño de una cruel pasión se volverán a dar la mano en la noche del Jueves Santo.
ARTÍCULO PUBLICADO EN EL DIARIO LA OPINIÓN DE MÁLAGA